Con profundo malestar, me dirijo a usted tras su última comparecencia pública, donde una vez más volvió a defraudar a quienes aún esperaban un gesto de responsabilidad política y de altura institucional. En lugar de ofrecer explicaciones claras, concisas y valientes sobre lo que está ocurriendo en el seno de su Gobierno y de su partido, optó usted por una escenificación emocional que, lejos de aclarar nada, tuvo como objetivo distraer la atención y victimizar su posición, lejos de ofrecer soluciones o respuestas responsables, su última comparecencia pública no fue más que otro ejercicio de retórica defensiva, desconectado de la realidad que atraviesa el país y plagado de silencios inaceptables sobre asuntos que exigen luz, verdad y responsabilidad.

No se puede apelar a la regeneración democrática cuando el Gobierno está salpicado por escándalos de corrupción tan graves como el caso Koldo, que afecta de lleno a personas de su confianza y al entorno más próximo al Partido Socialista. Tampoco puede seguir ignorando la creciente descomposición interna de su formación, evidenciada en la dimisión de sus dos secretarios de organización del PSOE en un corto espacio de tiempo, lo que demuestra que ni dentro de su partido se cree ya en el rumbo que usted ha impuesto. Su Gobierno lo ha minimizado y silenciado, como si la corrupción solo mereciera su condena cuando afecta a otras formaciones.

Lo más lamentable no es solo la falta de respuestas, sino la insistencia en eludir cualquier asunción de responsabilidades. Resulta ofensivo que mientras la ciudadanía sufre los efectos de una crisis de confianza en las instituciones, usted se parapete detrás de discursos emocionales, huyendo de los hechos concretos, y dejando que las sombras de la corrupción se conviertan en norma bajo su mandato.

Pero lo más hipócrita y corrosivo es el papel de sus socios de gobierno, que, a cambio de mantener cuotas de poder y seguir “chupando de la teta”, como diría el ciudadano de a pie, callan, consienten y perpetúan este rumbo político indigno. Han convertido la gobernabilidad en una moneda de cambio donde la ética no cotiza, y donde todo vale con tal de seguir repartiéndose sillones y prebendas. ¿Cómo pueden hablar de democracia, de transparencia o de progreso quienes se aferran al poder aceptando esta deriva sin levantar la voz?

Señor Sánchez, la política no se trata de resistir a cualquier precio, ni de presentarse como víctima ante cada crítica. Se trata de rendir cuentas, de dar la cara, y de actuar con coherencia y dignidad, especialmente cuando el entorno se tambalea por la corrupción, el descrédito y la desconfianza. Este país no puede seguir soportando el desahucio institucional al que está siendo sometido. Las instituciones están siendo desprestigiadas,  y el cinismo político ha alcanzado cotas que rozan lo insoportable. Las decisiones se toman desde la lógica del relato y no desde la ética de la responsabilidad.

Hoy, usted representa un modelo de liderazgo basado en el relato, no en los hechos; en el cálculo, no en los principios. Y ese modelo está desgastado, fracturado y desconectado de una ciudadanía que ya no cree ni en las palabras ni en las promesas vacías.

Por todo ello, y con el mayor respeto a la institución que representa que no a la forma en que usted la ejerce, le exijo como ciudadano libre, informado y profundamente decepcionado, que asuma su responsabilidad y presente su dimisión de forma inmediata.

España merece un futuro mejor. Y ese futuro solo será posible con un Gobierno limpio, honesto, comprometido con los principios del Estado de Derecho y no con la supervivencia política personal.

Joaquín G.Cuevas Holgado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *