Históricamente, el desempleo ha sido el gran problema de los gobiernos y por ende, los ciudadanos se han mostrado especialmente exigentes con los políticos demandando soluciones.
La Gran Depresión de 1929-1933, la crisis del petróleo de 1975 o la crisis financiera del 2008 convulsionaron los cimientos empresariales cuando los gobiernos se encontraron con un empeoramiento de sus economías registrando un elevado número de desempleados.
En economía, un parado es alguien que estando en condiciones de trabajar busca de manera activa un empleo, pero no consigue su objetivo.
Estamos definiendo la población en edad de trabajar, no la población total de un país, siendo que cada uno de ellos legisla la edad mínima legal para el laboro. Y dentro de la edad de trabajar, la población activa y la población inactiva. A los efectos de población inactiva resulta que hay colectivos como las amas de casa donde las estadísticas no las tienen en cuenta ya que consideran que sus servicios no se ofrecen al mercado laboral y no buscan un trabajo remunerado fuera del hogar. Muchas de ellas, sí. Que los expertos se lo hagan mirar.
Lo mismo ocurre con los estudiantes universitarios que, si bien son mayores de edad, es lógico no empeñarse en trabajos que resten tiempo a su formación académica. O aquellas otras personas que no buscan trabajo. Así que, estos colectivos no constan como parados. Son inactivos en la búsqueda de empleo.
Entonces ¿cómo podemos saber con meridiana certeza a qué población pertenece?
Para ello están las encuestas. Hay que preguntar. El resultado de las mismas es recogido por la EPA (Encuesta de Población Activa), muy considerada por los analistas.
Personalmente, mantengo mis dudas en cuanto al porcentaje de exactitud, no es cuestión nueva el hecho de que gran parte de los encuestados no responden con la verdad. Pero, de momento, es lo que hay.
¿Qué soluciones nos quedan? Depende de la ideología económica de cada cual.
Soy keynesiano, a sabiendas de que no toda la teoría de Mr. John Maynard Keynes, podría llevarse a cabo en los actuales momentos. No puedo estar de acuerdo con la teoría clásica y neoliberal en el sentido de que el mercado laboral se ajusta automáticamente para alcanzar el pleno empleo o que por culpa de la intervención pública en el mercado de trabajo evita el abaratamiento de los costes de contratación.
Tampoco en eso de que el desempleo es voluntario. El estado debe intervenir activamente gestionando el gasto público e inversión, políticas fiscales que hagan aumentar la demanda y ello conlleva la creación de empleo.
Salarios bajos o desempleo equivale a menos consumo. Menos consumo, menor producción. Menor producción, cae la oferta de empleo. Amén de generar tensionessociales, falta de autoestima y aumento de las desigualdades, en definitiva, supone un coste social.
¿Hay relación entre desempleo y pobreza? Un tema que justificaría un amplísimo estudio, que los hay, pero no es intención en estos momentos de cansar al lector. De todos los tipos de desempleo, friccional, estacional, cíclico y estructural, este último es el más preocupante ya que son los desajustes constantes que se producen entre la oferta de trabajo y la demanda que afecta a sectores económicos en situación precaria, además de los individuos menos cualificados. Radiografía de la situación.
Habrá quien niegue la necesidad de la intervención estatal, defiendan que el mercado se regula solo, pero debe servirnos de ejemplo la crisis financiera del 2008. ¿Qué hubiera sido de la economía de EE.UU país ultra capitalista por excelencia, sin ningún tipo de regulación, si el gobierno de aquella época no hubiera salido al rescate de las entidades bancarias?
No es la primera vez que sucede en el país americano. Desde el crack de 1929 el desempleo y las quiebras de las empresas, algunas muy importantes, estaban al orden del día, así que, se produjo un intervencionismo estatal encabezado por el Presidente Roosevelt, con profundas reformas de los mercados financieros y asesorado por Keynes.
Ya conocemos el magnífico resultado económico, social y laboral. Eso sí, la intervención en la Segunda Guerra Mundial acabó de rematar la faena, iniciándose una andadura de potencia económica mundial que dura hasta hoy. Con permiso de China.
Desempleo. El gran reto gubernamental.
Félix Calle. Doctor en Economía y Empresa