“Si quieres la paz, prepara la palabra, no la guerra”. Federico Mayor Zaragoza (1934-2024), exdirector general de la UNESCO.

Guerra híbrida es un nombre que ya lleva tiempo, aunque es más reciente su popularización. Este término se empezó a usar en 2006 ante el conflicto entre Hezbolá e Israel, ya que este tipo de guerra combina tácticas militares convencionales con otro tipo de estrategias, como la desinformación, la guerra cibernética y actuaciones fuera de los límites de los estados. Es decir, combina el robo de información con ataques a infraestructuras críticas, desinformación en redes sociales para influir en la opinión pública, actos terroristas para inducir miedo en la población, sabotajes, manipulación financiera, desestabilización de gobiernos, etc. Por consiguiente, para hacer frente a estas amenazas, los países deben fortalecer su inteligencia estratégica, su ciberseguridad y su defensa civil, amén de legislar al efecto.

Es ya un hecho que el tradicional amigo de Europa, los Estados Unidos, ha dado un volantazo en todo el abanico de sus relaciones internacionales, tanto en el ámbito comercial, como en el militar y el de seguridad, por citar los más importantes; aunque habría que añadir otros temas aún más problemáticos, como son los deseos manifestados de anexiones territoriales ajenas. Esto ha obligado a la UE a actuar con mayor celeridad sobre algo que ya venía planteándose, como es el incremento del gasto en los temas de seguridad y defensa. Lo que no se imaginaba es que el aliado de ultramar nos iba a dejar agarrados a la brocha mientras retiraba la escalera. Por tanto, ahora las amenazas pueden venir, como el fuego cruzado, de todos sitios; no ya solo de los que estaba previsto defendernos, sino de los hasta ahora amigos. Dicho esto, no nos olvidemos de la cantidad de bases y de las decenas de miles de soldados estadounidenses que están aún desplegados en la UE.

Si ya hace 8 años, Mayor Zaragoza declaraba que era intolerable que se gastaran 4.000 millones de dólares diarios en armamento, mientras morían 20.000 personas de hambre todos los días, ¿de cuánto estamos hablando ahora? Es comprensible el aumento en gastos defensivos en todo lo relacionado con la parte no militar de la guerra híbrida, que ya es mucho, pero el rearme europeo que se propone tiene mucho que ver con la fabricación de aviones de combate, bombarderos, portaaviones, carros de combate, munición, incremento de tropas (posible vuelta al servicio militar) … No es baladí que hayan subido como la espuma las acciones de las empresas de armamento. Recordemos que los años anteriores al estallido de la Gran Guerra (1914-1918) los países europeos se armaron hasta los dientes. ¿Alguien cree que, si nos gastamos un disparate en armamento, nuestros posibles enemigos no van a hacer lo propio? ¿Cuál creemos que será el tope? ¿Lo que nos gastemos en armamento repercutirá en las condiciones de vida de la ciudadanía, es decir, a cambio de qué será? ¿Estamos lo suficientemente informados?

España pertenece a organismos supranacionales, OTAN, ONU, UE, por lo que su capacidad de decisión está mediatizada por esa pertenencia y, ante el cambio de paradigma, que se inició con los ataques rusos a Ucrania y después con el cambio político en los EE. UU., nos estamos viendo compelidos a esa vorágine armamentística. La impresión que esto da es que no caminamos hacia la solución de los problemas reales de la humanidad, sino que avanzamos justo en sentido opuesto, y la Historia (esa gran desconocida) nos muestra cómo han terminado las cosas siempre que hemos tomado este camino. 

Casimiro Pastor

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